¿Qué hacer frente a los ataques de pánico?

El psicólogo Gervasio Díaz Castelli explicó las causas del terror repentino y cómo superar la angustia desmedida.

Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, uno de los más destacados artistas de la literatura latinoamericana, sostenía: “quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo; unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen”.

Vive sin ansiedad
Según el psicólogo Gervasio Díaz Castelli, el temor es una emoción que padece todo ser humano, no importa su sexualidad, edad, nacionalidad, ni época en que vivió; es una turbación que se caracteriza por una intensa sensación desagradable. “Este sentimiento es provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado”, aseguró.

El especialista explicó que los ataques de pánico son la instalación salvaje de una profunda crisis vital: “Hay personas que por su ritmo de vida no pueden conectarse con su malestar de manera cotidiana, y empiezan a acumular angustia y van generando dentro de sí un campo minado, hasta que un día explota”.

Este episodio es un golpe de estado del cuerpo y la mente, en el que la persona pierde casi todo “gobierno” sobre sí misma. “El asunto implica un padecimiento grande, de un alto poder traumático: entendamos por trauma a aquello que ‘se nos viene encima o nos invade’ (desde dentro o de afuera) de manera sorpresiva, intensa, y que nuestro psiquismo no puede simbolizar, metabolizar, tramitar y entonces colapsa –puntualizó Diaz Castelli-. Explota en todos esos síntomas físicos y psíquicos, que no son otra cosa que un intento desesperado por descargar todo lo que ocurre”.

Ahora bien: la persona, una vez que el estallido pasa, teme que eso vuelva a ocurrir: – “¿y si voy a la cena de trabajo y me agarra?”… -“¿y si salgo con esta mujer que me encanta y me agarra?”. “Entonces, muchas veces, se empieza a acotar la vida social; de hecho pueden surgir fobias con diferentes grados de intensidad”, destacó.

Y agregó: “Las personas, asustadas, van acotando sus actividades, se van aislando; el temor va armando ‘cepos’ y, como consecuencia de todo esto, mucha gente se deprime, o empieza a armar hipocondrías fuertes con todo el típico peregrinaje por decenas de médicos para descartar si padece algo grave”.

El pavor repentino sacude todo el cuerpo y genera una sensación de muerte, que asusta a la persona que lo padece. “Son de alguna forma un freno que nos pone la realidad, diciendo ‘hay que frenar el mundo’, ‘pará’, ‘cambiá’, ‘te estás lastimando’.

Díaz Castelli concluyó: “Si podemos escuchar la pregunta que nos hace el cuerpo, se puede cambiar el rumbo que lleva la vida. Pero generalmente, la persona queda tan asustada que empieza a reducir su círculo de conocidos, comienza a deprimirse, y estas embestidas comienzan a producir otro tipo de problemas: psicopatías laterales”.

La experiencia muestra que con la palabra no alcanza, la psicoterapia es uno de los primeros pasos que la persona debe dar para entender qué le pasó. También es muy importante la descarga de ansiedad y angustia por medio de la actividad física, entender la simbolización de por qué sucedió esa crisis y ayudar a través de la socialización.

Vive sin ansiedad

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